Los consejos de papá médico
“Siéntate Luis, ponte cómodo, ¿quieres un mate?…”
Luis Alberto Rodriguez - ¡El Padre Pedro me trata siempre tan bien!, es un señor realmente, aquí en la Abadía de Los Toldos siento que recupero fuerzas espirituales y físicas en contacto con estos monjes Benedictinos. Ellos son de una fundación Suiza que hace más de sesenta años han llegado a la provincia de Buenos Aires, han traído vida al poblado donde también se encuentra una tribu de aborígenes Mapuches. Estos suizos enseñaron de todo, pero fundamentalmente mostraron con sus vidas que Dios es Padre Misericordioso que está cerca de los pequeños, de los mínimos o marginados.
El Padre Pedro es médico, a la edad de veintiocho años dejó todo y se vino a vivir al Monasterio, quería ser Benedictino y así hizo, desde entonces está en la Abadía, fue abad en algún momento y sobre todo “hombre de Dios”… “Luis, mi padre, que también era médico, me dijo una vez: “Pedro, recuerda que los momentos más importantes cuando verás a un paciente, son los últimos minutos cuando tú le dirás: Usted tiene esta patología y se sanará tomando esto…”. El P. Pedro tiene una mirada profunda y tierna y mirándome a los ojos continúa: “Lo que dices con la autoridad de médico, es lo que sucederá en el paciente cuando lo dices convencido”.
Me hizo pensar a mi niñez, cuando era pequeño bastaba que Mamá dijera: “No es nada, a ver esa rodilla: “sana, sana colita de rana, si no sana hoy sanará mañana”, y me pasaban todos los dolores y males con aquellas palabras de Madre, palabras con autoridad. Y así volvía a jugar y a correr por la calle junto a Jorge, mi hermano mayor.
Mi esposa me decía ayer: “los niños creen que un pequeño beso sobre una herida los puede sanar. Creen porque se fían de quien se ocupa de ellos. No es ingenuidad es fe incondicional”
Veo detrás de este fenómeno humano el actuar de Dios, su Palabra es creadora y regeneradora, basta solo saber que es El Creador del Mundo quien nos dice: “Los he creado para la vida y la felicidad”. Es verdad que muchas veces sentimos que la vida es como “Una Trampa”: ¡Tanto luchar con este hijo para que me pague así!, ¡Tanto empeño en hacer el bien a esta gente para que ahora me traten de impostor!, ¡Tanta lucha para caer ahora enfermo de este modo!. “En fin la vida tiene tanto de estas cosas no? Creo que es en estos momentos donde podemos aferrarnos a aquellas Palabras: “Dios quiere que el hombre se salve” (1Tim 2, 4), que equivale a decir: “Quiero que seas feliz, Yo me he ocupado y me ocuparé siempre de ti!!” Y es lo que ahora traigo a mi corazón y mi mente para no decaer en el momento de la dificultad.
Ahora entiendo aquellas palabras de Jesús: “Si no os hacéis como niños…”, se trata de mirar a nuestro Padre Dios a los ojos como miran los niños, no lleno de prejuicios y pensamientos, sino con el corazón confiado, con fe incondicional, lleno de alegría por saberme delante de Quien se ocupa de mi y quiere mi bien. Tantas personas dicen no creer en Dios, y yo pienso que no es así, no creen en la estructura religiosa que muchas veces les ha hablado de Dios en modo impropio. Siento que en el fondo de sus corazones buscan aquellos ojos del Señor de la vida para confiar sus vidas a Él.
Salimos de la celda del P. Pedro para caminar por el jardín, me habla de los pocos monjes suizos que han quedado, son el P. Meilrado y el P. Fintan, ya ancianos los veo sentaditos hablando de no sé qué cosa, pero llenos de paz. “Mira Luis ahora que estoy llegando a la vejez, me dice el P. Pedro, siento que debo hacerme niño”…, y es lo que me quedó de aquella estadía en el Monasterio: “Hazte niño, confía en aquellas Palabras que te prometen vida y felicidad, aunque no lo parezca a veces…, Dios no nos puso en una trampa sino en el Jardín del Edén para que conquistemos “La vida y la felicidad plena”… ahora es el momento de salir confiado a seguir “jugando”… ¡Sé que Alguien vela… y se ocupa de mi!