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“Dime con quién andas… y te diré quién eres”


2ª Reyes 2:1-2,6-14; Salmo 77:1-2,11-20; Gálatas 5:1,13-25; Lucas 9:51-62

Rvdo. Richard J. Aguilar - ¿Cuántas veces hemos oído este proverbio que fue recitado por nuestra mamá, por el papá, por un tío, o por una maestra? Todos necesitamos a alguien que nos aconseje, que nos guíe, y que nos enseñe. El ser humano siempre está aprendiendo algo nuevo. Cada uno de nosotros aprendemos de otras personas, sobre todo de personas sabias que respetamos. Aprendemos de personas que han vivido más que nosotros. Estas personas muchas veces son nuestros mentores. Aprendemos cómo se habla, cómo se camina, cómo se piensa, cómo se canta, cómo se analiza, y cómo se sigue a Dios.

Elías es un profeta que sigue a Dios. Es un portavoz de Dios. Habla la Palabra de Dios. Recibe y comparte la visión de Dios. Llama a otras personas para que caminen hacia Dios. Anima a todas las almas a seguir a Dios. Seguir a Dios y traer a otros a Dios es la obra completa de un profeta.

Elías es profeta fiel, un líder constante, y un maestro de los misterios de Dios. Pero Elías es particular, es rígido, y es muy directo. Elías se enoja con el pueblo de Dios y amenaza a los enemigos de Dios. A veces Elías es un gruñón, un cascarrabias, un corajudo. En otros momentos Elías es un leal servidor a la Palabra de Dios, un gran portavoz de Dios, y un seguro seguidor de Dios. Elías busca llamar a otros para que se conviertan en seguros seguidores de Dios.

Eliseo es uno de los seguros seguidores de Dios. En el primer libro de Reyes se lee la breve historia de Eliseo. Es norteño del Reinado de Israel y es hijo de un hombre rico que se llama Safat. Safat es dueño de grandes terrenos y de mucho ganado. Eliseo está trabajando el ganado cuando aparece Elías y lo llama a que siga a Dios. Eliseo en seguida deja el arado, deja los bueyes y los toros, y deja a su padre y a su madre para dedicarse a servir a Dios junto a Elías. Eliseo sigue un nuevo camino como un seguro seguidor de Dios. Eliseo descubre su llamado con su maestro Elías. Eliseo se manifiesta como un profeta quien habla en el Nombre de Dios, sana a los enfermos y resucita a los muertos. Eliseo sirve a Dios junto con Elías y de esa forma aprende del gran profeta. “Dime con quién andas, y te diré quién eres”. Eliseo anda con un seguro seguidor de Dios y en seguida se convierte, como Elías, en un seguro seguidor de Dios.

Jesús de Nazaret busca a los seguros seguidores de Dios. En el Evangelio de hoy, Jesús le dice al pueblo, “Síganme”. Jesús empieza con dos seguros seguidores. Se convierten, y se unen a él doce seguros seguidores para servir a Dios con Jesús, el Señor. Después, Jesús, Hijo de Dios, envía a setenta seguros seguidores para proclamar las Buenas Nuevas. Y siguen creciendo los seguros seguidores de Cristo. Estos seguidores dejan atrás su vida anterior para conocer la vida en Cristo. Pero no todos quienes conocieron a Jesús lo recibieron. Algunos Samaritanos no desean caminar con Jesús. Santiago y Juan quieren castigar a los que rechazan al Señor, pero Jesús rechaza la venganza. El propósito de Jesús el Cristo es traer la victoria de Dios. Jesús nos inspira y nos anima para que caminemos en esta victoria de Dios. “Dime con quién andas, y te diré quién eres”.

Algunos reconocieron que Jesús era portavoz de Dios así como Elías. Otros fueron testigos de que Jesús hacía milagros como Eliseo. Pero se revela que Jesús es mucho más que profeta de Dios. Que Jesús es mucho más que un gran maestro de la ley de Dios como lo fue Moisés. Jesús, hijo de Dios y salvador del mundo, es el cumplimiento del Testamento de la Ley y los Profetas. El cumplimiento de la obra de Jesús el Cristo, se demuestra en los seguros seguidores de Dios.

Otros a quienes Jesús invita crean sus propios obstáculos a la conversión a seguros seguidores de Dios. Dicen que tienen compromisos, obligaciones, quehaceres, ¿serán simple excusas? Jesús, nuestro Señor, lo sabe todo. Sabe todo sobre nuestras vidas. Jesús se compadece de nuestras vidas cotidianas. Jesús nos acompaña en nuestros problemas y sufrimientos. A la misma vez, para seguir a Jesús, hay que dejar el toro como Eliseo, hay que dejar la pesca como Santiago y como Juan, y hay que dejar la vida de ayer como las mujeres y los hombres quienes han sido seguros seguidores de Dios en el Nombre de Cristo Jesús. Pero para la persona que se sacrifica por la obra de Dios, se le concederá mucho más en bendiciones.

Un discípulo es un alumno que aprende de su maestro. Al discípulo se le aconseja, se guía, y se dirige hacia un nuevo camino. El discípulo despierta a un nuevo amanecer. Se le instruye al discípulo que en la vida nueva hay nuevos valores y nuevas disciplinas. El contrario de las virtudes de un discípulo son los vicios del mundo. Los vicios nos llevan hacia la violencia física y moral. Los vicios quitan el deseo de seguir a Dios. Los vicios matan el ánimo de una criatura de Dios. Jesús nuestro redentor y liberador ha venido para salvarnos de los vicios del mundo. Pero mucho más, Jesús, el salvador del mundo nos concede las virtudes espirituales para que caminemos con él, para que seamos discípulos en su nombre, y para vivir como seguros seguidores de Dios.

Elías, el gran Profeta de Dios se comprometió a ser el mentor para su alumno y discípulo Eliseo. En una escena dramática, un torbellino se lleva a Elías y el Profeta sube al cielo para seguir siendo seguro seguidor de Dios. Elías alcanza la vida completa de la virtud eterna y la disciplina gloriosa en Dios. Pero permanece Eliseo para cumplir la obra de seguro seguidor de Dios.

Desde los cielos y por obra del Espíritu Santo, el Hijo de Dios nos aconseja y nos guía para que sigamos caminando en su nombre. Nos promete la completa presencia de Dios y nos envía su Santo Espíritu. A esos primeros discípulos y a nosotros los discípulos do hoy en día nos deja el reto de cosechar seguros seguidores de Dios para edificar el Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Hoy y mañana, sigamos buscando la presciencia y el poder de ese Espíritu Santo para que podamos caminar con nuestro Señor Jesús. Seamos seguros seguidores de Dios. Y así podremos contestar con firmeza “¡Soy de Cristo!” ante la pregunta: “Dime con quién andas, y te diré quién eres”.

Escrito por el Padre Richard J. Aguilar, Vicario St. John’s-Bisbee y St. Stephen’s-Douglas, Episcopal Diócesis Episcopal de Arizona

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