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Reseña: Mártires y perseguidores, de Alfonso Ropero.

“Mártires y perseguidores” de Alfonso Ropero. Editorial Clie, 2010.


"La aristocracia pagana nunca perdonó a los cristianos su equiparación a religión lícita, primero, oficial, después, que condujo al abandono y destrucción del culto de los dioses de Roma. El conflicto fue de tal profundidad que todavía hoy se señala al cristianismo como una de las causas de la ruina del Imperio, en lugar de preguntarse qué hubiera ocurrido si el cristianismo hubiese sido adoptado cuando el Imperio gozaba todavía de buena salud, aportando a su cuerpo la sanción y la fuerza necesaria para realizar sus más nobles aspiraciones: el sentido de justicia, el espíritu de sacrificio, el valor sagrado de la familia. ¿No era por todo ello que luchaba el cristianismo?". Alfonso Ropero.


Es frecuente escuchar o encontrarse por escrito dos ideas conectadas en relación al cristianismo de los primeros siglos. Por un lado, la de aquellos que sostienen que las persecuciones que se fueron dando en el seno del Imperio romano realmente fueron escasas y, además, que produjeron un número muy reducido de mártires; por el otro, la de que el cristianismo era tan intolerante y extremista que muchas de estas persecuciones las provocaba precisamente con esta forma de ser y de entender la vida social. Como consecuencia, la realidad que las dos anteriores posiciones nos mostraría es la de unos cristianos que sufrieron persecución, torturas y muerte en un número bastante escaso e incluso comprensible ante su negativa y rechazo de todo aquello que consideraban pagano. Si a esto le añadimos una especie de moda que se extendió por todos los rincones y que veía el martirio como un final deseable, como la imitación más gloriosa del Maestro, la visión que se nos ha transmitido, escrita además por autores creyentes, de una historia de martirio llena de una multitud de testigos que daban su vida por una moral superior y un convencimiento interno de estar en la verdad, queda muy maltrecha.

Se sigue que la mentalidad fundamentalista y fanática se tradujo con el tiempo en una imposición de lo propio negando toda validez y derecho de existencia a una rica y milenaria cultura pagana que fue arrasada, siendo esto una de las grandes catástrofes de la historia por el incalculable valor cultural de lo que se perdió. Esto nos colocaría ante un cuadro enormemente negativo de aquel cristianismo de los primeros siglos muy diferente a lo que tradicionalmente se nos ha contado.

Pero este cuadro está mal pintado, y de igual forma ocurre con aquel otro que presenta la escena contraria y que mantiene que los creyentes fueron perseguidos sistemáticamente teniendo una multitud incontable de mártires. Cuando el cristianismo llegó a ser religión lícita, continúan, siempre fue tolerante y respetuoso con aquellos que creían o pensaban diferente, salvo en casos excepcionales.


El libro del Dr. Ropero se interna en la consideración de la historia de las persecuciones que se dieron en los diez primeros siglos de nuestra era, pero se centra especialmente en aquellas que se dieron en el seno del Imperio romano. De hecho, buena parte del libro (de sus más de 500 páginas) abordan este periodo histórico. Son concretamente 540 páginas el total en este volumen, pero tiene un formato mayor de lo habitual por lo que perfectamente podría superar las 700 si se hubiera adoptado el tamaño que suele usarse en este tipo de publicaciones.

Es importante recalcar que no estamos ante un libro de opinión o confesional, sino que se trata de una ardua investigación con una muy importante bibliografía insertada y distribuida al final de cada una de las subdivisiones o secciones de cada capítulo. Es por ello que podemos hablar de que estamos ante un texto resultado de un relevante trabajo de estudio, lo que pone de manifiesto la importancia y la necesidad de tener un libro como el presente para poder hablar con determinación y peso de los asuntos en él tratados. Es imprescindible el equilibrio cuando existen este tipo de posiciones enfrentadas que carecen de sustento histórico.


El profesor Ropero articula su libro en una introducción y en cinco partes principales con una bibliografía general al final, y por último un índice analítico.


Introducción


PARTE I. CAUSAS Y TEOLOGÍA DEL MARTIRIO


1. Una fe bajo el signo de la cruz

2. Mártires antes del cristianismo

3. Confrontación con el judaísmo

4. Persecuciones romanas y sus causas

5. Ofensiva de los intelectuales paganos

6. Martirio y herejía

7. Apóstatas y renegados

8. Arresto y juicio

9. Ostracismo social y penas

10. Las mujeres ante el martirio

11. La razón de los mártires

12. Catacumbas y cementerios

13. Honores y culto a los mártires


PARTE II. LOS APÓSTOLES Y SU OBRA


1. Discípulos y apóstoles

2. Simón Pedro

3. Andrés, el primer llamado

4. Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo

5. Juan, el primero y el último

6. Felipe de Betsaida

7. Bartolomé-Natanael, un verdadero israelita

8. Mateo el publicano

9. Tomás o Judas el gemelo

10. Santiago el Menor y el hermano del Señor

11. Simón el zelota

12. Judas Tadeo

13. Matías, sucesor de Judas


PARTE III. EMPERADORES Y MÁRTIRES


1. En el principio, el incendio de Roma

2. Algunos emperadores buenos

3. Marco Aurelio el filósofo

4. Cómodo el gladiador

5. La relativa calma de los Severo

6. Decio y la uniformidad religiosa del imperio

7. Valeriano y las finanzas del Imperio

8. La Gran Persecución

9. Los mártires de Palestina

10. Fracaso del paganismo

11. Libertad ambivalente


PARTE IV. LA REVOLUCIÓN CONSTANTINIANA


1. La paz de Constantino

2. La edad de oro y barro

3. La herencia de Constantino

4. Juliano y la reacción pagana

5. El cristianismo en Armenia y Persia

6. Bárbaros y arrianos


PARTE V. CRISTIANOS BAJO EL ISLAM


1. Orígenes del islam

2. Los mártires de Córdoba


BIBLIOGRAFÍA GENERAL


ÍNDICE ANALÍTICO


Las cuatro primeras partes se enmarcan dentro del Imperio romano llegando hasta el tiempo en el que sus dominios occidentales caen bajo el empuje de los bárbaros. La quinta parte trata de la persecución de los cristianos bajo el Islam desde su aparición hasta el siglo décimo.


Ropero nos dice:


"Creo que hacía falta una historia general de las persecuciones donde se abordara el tema desde los diversos puntos de vista de los implicados, de los perseguidos y de los perseguidores, y de aquellos factores que pasaron desapercibidos a los implicados, pero que contribuyeron a dictar sus normas de conducta: los cambios sociales y políticos, la mezcla de pueblos, las catástrofes naturales y humanas. Había que rehuir el guión de una película de buenos y malos, donde toda la verdad y toda la razón están de una parte y nada en la contraria. Nuestro estudio nos ha permitido entrar en la mente de los perseguidores, rastrear sus creencias y sus miedos, comprender sus razones. Se lo debíamos para no repetir la historia a la inversa. Esto nos ha permitido ver los factores imponderables que recorren la historia, el papel tan poderoso que juegan las emociones humanas en el curso de los acontecimientos" (p. 16).


Estas palabras nos proveen la idea exacta del contenido del volumen que tenemos entre manos y la importancia de considerarlo. No se trata de un escrito en donde, por así decirlo, se hacen dos columnas paralelas y en una se coloca a los buenos y en la otra a los malos. Alfonso Ropero se esfuerza por conocer las razones de los perseguidores como así también de los perseguidos sin negar los episodios oscuros y moralmente condenables que se dieron tanto de un lado como del otro. Busca equilibrio entrando en las mentes de los judíos, primeros perseguidores, del pueblo llano que veía como un auténtico peligro para su bienestar y seguridad a los cristianos que iban en aumento numérico, y finalmente en la de los gobernantes que iniciaron las persecuciones generales desde el Estado y que, contrariamente a lo que se cree, no se dieron de manera sistemática hasta mitad del siglo tercero con el emperador Decio. Dicho lo cual, es innegable ante los datos y fuentes que tenemos que el cristianismo se impuso ganando seguidores sin cesar gracias a su elevada moral y a su espíritu de sacrificio. Incomprendido por su entorno se aferraba y miraba a su Maestro como fuente de inspiración para soportar todo aquello que injustamente le venía. En muchas ocasiones fue un auténtico problema de comprensión mutua. Los cristianos consideraban que estaban sufriendo por causa de su fe mientras que su entorno pagano lo interpretaba como un desafío a los dioses protectores y benefactores que de no ser debidamente honrados, podría traducirse en toda una serie de catástrofes, desde enfermedades o malas cosechas hasta invasiones.

Las muertes ocasionadas por los judíos se enmarcan dentro de otras razones siendo la principal la que consideraba a los primeros seguidores de Jesús como blasfemos.

El presente libro también trata de aquellos cristianos que padecieron en la iglesia de Oriente, especialmente en Persia, y cómo los armenios fueron especialmente masacrados por su fe cristiana bajo el Imperio Persa sasánida con su religiosidad zoroástrica o mazdea.

Finalmente, las persecuciones efectuadas por el Islam obedecían a una mentalidad que fusionaba la religión con la política y el ideal de conquista. Si el cristianismo tenía a un Profeta que había padecido y muerto en una cruz, y era allí donde muchos de estos creyentes miraban para hacer soportable sus padecimientos, en el Islam su profeta Mahoma era alguien que había conseguido todos sus progresos en base a la guerra santa habiendo dirigido personalmente unas ochenta confrontaciones bélicas. Todo ello aparecía sancionado en el Corán. Nuestro autor coloca numerosas citas de este libro sagrado por medio de las cuales demuestra cómo el ideal de guerra santa era y es algo que todo buen musulmán debe abrazar o como mínimo justificar.

Por otra parte, las cifras de mártires causadas por el Imperio romano deben contarse por miles (entre 3.000 y 10.000 según nuestro autor), colocando así un poco de cordura a los números que pueden desprenderse de las palabras de escritores cristianos, pero también confrontando aquellos otros que son ridículamente bajos. Y esto sin contar a todos aquellos creyentes que tuvieron que soportar algún tipo de violencia que haría la cifra final mucho más elevada.


Como ya dijimos al inicio de esta reseña, estamos ante una investigación muy bien documentada y esto le concede un peso académico indiscutible. Abundantes son las citas explícitas de las fuentes originales lo que hace que el lector pueda comprobar por sí mismo lo que allí se está presentando.

Otro punto destacable es que entra en detalles de la increíble y pavorosa capacidad humana para desarrollar y practicar toda clase de tortura para provocar el máximo dolor y humillación posible. Se detalla cómo era la permanencia de los cristianos en aquellas cárceles infrahumanas y la vergüenza y humillación que debían soportar las mujeres creyentes que, además de los padecimientos comunes con los varones, eran violadas o mandadas a prostíbulos para doblegar su voluntad y que así apostataran. Muchas de estas mujeres eran jóvenes que tenían en alta estima la virginidad y la pureza sexual por lo que no pocas se suicidaban ante el inminente ultraje.

Por otra parte, también se rompe el mito tan extendido que mantiene que la mayoría de los cristianos, ante la disyuntiva de adorar y consecuentemente apostatar, o mantenerse en la fe y morir, optaban por esta segunda opción. La realidad, sin embargo, es que la apostasía fue muy frecuente y se dio en mucho mayor número que en el de aquellos que aceptaron morir. De hecho, esto supuso un auténtico problema en el seno de la Iglesia cuando muchos de estos apóstatas querían volver a la plena comunión buscando el perdón y la aceptación.


Es cierto que una vez que el cristianismo fue religión lícita primero y oficial después, tuvo una actitud cada vez más beligerante contra todo aquello que consideraba pagano e incluso colocó en el mismo lugar al judaísmo. Como consecuencia se dieron presiones de todo tipo, incautación de propiedades y destrucción de patrimonio pagano condenando al ostracismo a aquellos que se negaban a abandonar sus creencias. Una triste realidad que parecía olvidar su propio pasado. Pero dicho lo cual el grado de sadismo con que el Imperio persiguió y torturó a los cristianos no tuvo su paralelo en estos últimos cuando pudieron y tuvieron el poder.

Los herejes tampoco se libraron y fueron tratados como si de otro tipo de paganos se trataran.


Alfonso Ropero escribe francamente bien y es capaz de encajar y armar tantos datos en un conjunto armónico que evidencia que ha conseguido lo que pretendía con la escritura de este libro. En la misma cita que colocaba más arriba, nuestro autor pensaba que era necesario un libro como este que tratara la historia general de las persecuciones desde diferentes puntos de vista y sin exclusiones ni reduccionismos. Tras haberlo leído yo también soy de la misma opinión, se trata de un libro necesario y que ya ha sido escrito.

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