Alma de Cristo
Ignacio de Loyola representa en su persona y en su obra la imagen misma de la Contrarreforma, lo obviamente le aleja de la tradición anglicana, reformada y episcopal, pero a estas alturas de la Historia eso no puede ser un motivo para no reconocer la intensidad de su amor a Cristo y la genialidad de su espiritualidad barroca y sentimental, que profundiza en la intimidad contemplativa del corazón y al mismo tiempo nos propulsa a la acción y al compromiso.
Ignacio de Loyola, (c. 23 de octubre de 1491-Roma, 31 de julio de 1556) del mismo modo que Thomas Cranmer (Aslockton, 2 de julio de 1489jul.-Oxford, 21 de marzo de 1556jul.) o Martin Lutero (Eisleben, Alemania, 10 de noviembre de 1483-ibidem, 18 de febrero de 1546), es un gigante de la Fe cristiana.
Los Ejercicios Espirituales y la Compañia de Jesús son hijos de la espiritualidad más íntima de aquel vasco universal y de su capacidad de organización para la acción.
Un ejemplo de ese barroquismo espiritual es su famosa oración Alma de Cristo.