San Pablo y la filosofía, por Olivier Boulnois
Pablo de Tarso es un enigma. Para acercarnos a él tenemos que deshacernos de su imagen oscura y caricaturesca, recorrer dos mil años de filosofía y teología, despojarnos de Agustín y Lutero, de Nietzsche, Freud y Heidegger, y volver a los textos. Pablo es judío y da testimonio de un acontecimiento sin precedentes y extrafilosófico, la venida del Mesías. Pero Pablo también está helenizado; tiene una cultura filosófica innegable. Para proclamar su experiencia absolutamente nueva, se esfuerza por dar un nuevo sentido a los viejos conceptos: palabra, mundo, tiempo, ética, maldad, etc. El Adviento inconcebible llega para cambiar la vida y perturbar el pensamiento. Pablo no es filósofo ni teólogo. Lo que propone es más simple y fundamental: una nueva forma de vida, un nuevo ser en el mundo, la vida mesiánica. Describe así las condiciones éticas del acceso a la verdad. Incluso antes del nacimiento del cristianismo como religión separada del judaísmo, nos introduce en la existencia cristiana.
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